la historieta pierde a un grande

Muere Carlos Trillo, uno de los grandes del cómic mundial

Ganador del Yellow Kid al Mejor Autor Internacional en 1978 y 1996. Premio Alp’Art (1999), Gran Premio del Humor en Lengua Francesa (2000), Mejor Guionista Salón Internacional del Cómic de Barcelona 1984. Autor de tira de prensa publicada durante más de diez años (1975-1987). Reconocimiento internacional y transversal de los más diversos autores y géneros en todo el mundo. Todo un currículum que impresiona, pero que poco importa a la hora de contrastarlo con su obra. Cybersix, Las Puertitas del Sr. López, El Loco Chávez, El Negro Blanco, Alvar Mayor. Todas obras imprescindibles para cualquier cultor de la historieta en todo el mundo, todas obras firmadas por el gran Carlos Trillo, guionista argentino que nos deja prematuramente a la edad de 68.

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Como muchos grandes de la historieta argentina, Trillo forjó sus armas en las fraguas de la revista Patoruzú y para Ediciones García Ferré. Su carrera como autor de historietas siempre estuvo ligada al ejercicio del periodismo, y no es difícil encontrar en su obra los dilemas éticos, la visión crítica de la sociedad, la denotación de la realidad y la infaltable cuota de humor que todo buen reportero debe poseer para tragar tanta información.
Trillo fue, ante todo, un gran cronista de su sociedad a través de la fantasía. Para algunos, el gran heredero de Oesterheld, se diferenció de su maestro no en el mensaje, sino en la forma. La parodia es una gran forma de crítica y denuncia, que Trillo hizo suya para ampliar aún más el universo receptor de su mensaje. Quizá por ello, Trillo tuvo el privilegio de compartir con algunos de los más grandes dibujantes que hayan existido, no solo de la Argentina o Europa, sino del mundo. Ahi están Alberto y Enrique Breccia, Horacio Altuna, Jordi Bernet, Carlos Meglia y Eduardo Risso, entre otros. Para muchos, Trillo era uno de los pilares fundamentales de la revista SKORPIO, una publicación que muchas veces mirábamos a menos por su modesta presentación, pero bajo cuyas portadas ocultaban algunos de los mejores relatos jamás escritos.

Cuando el cómic quiere alcanzar cuotas de respeto y credibilidad, se defiende con obras como las de Trillo. Un hombre al que no le avergonzaba definirse como “autor de historietas”. Tal vez su legado sea, justamente, hacernos comprender que el término se defiende por si sólo y que no necesita camuflarse bajo redefiniciones como la novela gráfica o el cómic. Porque historieta, gran historieta, hemos tenido desde siempre.

Hasta siempre Trillo.
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